Un episodio muy emotivo. La historia de la niña y su madre fue una oda de tristeza y a la vez de felicidad.
El final fue de lejos la mejor parte con una increíble escena de desarrollo de personajes.
Violet llega a una mansión donde una niña llamada Anne vive con su madre adinerada pero enfermiza. La madre de Anne ha contratado a Violet por una semana entera para escribir cartas, pero a Anne no se le dice de qué tratan las cartas ni para quiénes son. Además, Anne es desconfiada y fascinada por Violet, ya que erróneamente cree que es una muñeca viva real debido a sus brazos protésicos. Durante la próxima semana, Anne comienza a pasar más tiempo con Violet tratando de jugar con ella. Sin embargo, a medida que pasan los días, Anne comienza a creer que a su madre le importan más las letras que ella. Después de un estallido de ira, Anne huye de su casa. Violet persigue a Anna y logra calmarla, señalando que no debe culparse a sí misma por la enfermedad de su madre. Después de que pasa la semana, Violet se va y Anne se despide, finalmente dándose cuenta de que es una persona real y no una muñeca. Después, Anne continúa viviendo con su madre, preguntándose para quién son las letras. De vuelta en la oficina de correos, Violet revela a sus compañeros de trabajo que la madre de Anne le había escrito cartas a Anne que se le entregarían en cada cumpleaños durante los siguientes cincuenta años. Violeta se rompe en llanto ante la idea de que Anne tenga que vivir sola después de la muerte de su madre, y Cattleya la consuela. Mientras tanto, Anne continúa viviendo su vida después de la muerte de su madre y comienza a recibir sus cartas todos los años, y finalmente crece para formar una familia propia.
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