Este capítulo marca el regreso del antiguo némesis de Wolverine, la máquina de destrucción de la Ex-Unión Soviética conocido como ‘Omega Rojo’. Después de ser despertado de su prisión helada por las Fuerzas Armadas de EEUU, Omega Rojo se ve obligado a salvaguardar un submarino nuclear derribado en la Guerra Fría a cambio de la restauración de su humanidad, y se le informa que ha sido implantado con un dispositivo a prueba de fallas que lo matará si decide traicionar la cooperación. Rojo está de acuerdo con este trato, pero exige que sus viejos enemigos, Wolverine y Tormenta, se unan a él en esta misión, lo que a regañadientes acuerdan hacer. Cuando llegan al submarino, Rojo eventualmente traiciona a Tormenta y Wolverine, destruyendo el implante y comandando al submarino para hacer un último ataque al mundo.
La trama en sí es emocionante y llamativa por incluir al antagonista de origen Soviético, y claro, si se incluye a este personaje, no puede faltar el mensaje indirecto alabando la 'victoria' del capitalismo, un episodio capitalista por doquier:). El otro punto para destacar es el dilema breve pero potente para Bestia y Titania, quienes enfrentan la opción de quizás destruir a sus compañeros de equipo para frustrar los planes de Omega Rojo, pero la forma en que se resolvió este dilema fue redundante, esperaba algo más ingenioso. La animación en este episodio realmente me gusto y hasta afirmaría que está por encima del estándar habitual de la serie.
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